El ajuste del Ministerio de Salud sobre la reestructuración del Hospital Bonaparte desató protestas entre empleados y pacientes que temen una reducción de personal  y la clausura de la institución. 

El Hospital Nacional de Salud Mental Laura Bonaparte, uno de los pocos centros públicos dedicados exclusivamente al tratamiento de la salud mental, se enfrenta a un futuro incierto. Tras los recortes presupuestarios impulsados por el ministerio de Salud, el viernes pasado el ministro Mario Lugones ordenó el cierre de los sectores de guardia e internación del hospital como parte de un ajuste fiscal. Desde ese momento, empleados, pacientes y defensores de la salud pública tomaron el hospital en protesta, organizando vigilias, asambleas y marchas, como el llamado "Abrazo al Hospital", que culminará hoy en una manifestación hacia Plaza de Mayo.

En un contexto en el que la salud mental es un tema crítico, con listas de espera interminables para consultas y un aumento alarmante en los casos de suicidio, el Ministerio de Salud implementó el plan de reestructuración del Hospital Bonaparte con el objetivo de redistribuir recursos y derivar pacientes a otros centros, como el Hospital Borda y el neuropsiquiátrico Braulio Moyano. Sin embargo, los servicios de consultorios externos y la atención por demanda espontánea se mantendrán activos.

Según el ministerio de Salud, esto se decidió debido a la reducida cantidad de pacientes atendidos en la institución, que demostraba un promedio de 19 pacientes diarios, y el elevado presupuesto de 17 millones de pesos anuales que recibe y emplea a 612 trabajadores. No obstante, los empleados sostienen lo contrario. En un comunicado recalcaron: “en lo que va del año el Hospital Nacional Bonaparte brindó atención a más de 25 mil personas”. Además, según Guillermina Gonzalez, asistente social del hospital, cuentan con alrededor de 40 pacientes internados, siendo esa la capacidad máxima que tiene el hospital.

En conferencia de prensa el Vocero presidencial Manuel Adorni sostuvo que habrá una reestructuración del hospital ya que se detectó un desfase entre la cantidad de empleados y los pacientes atendidos. “El hospital no se cierra, solo se está reorganizando”, sostuvo Adorni. “En algún momento se valorará el traslado de los pacientes y se buscará hacer más eficiente el funcionamiento del hospital”, concluyó. Por su parte, Guillermina Gonzalez argumenta que estas declaraciones son solo una "fachada" frente a la repercusión que el conflicto generó en la sociedad, y advierte que muy probablemente vacíen el hospital desde adentro.

Sin embargo, la "reestructuración" parece difícil de llevar a cabo. Un grupo de manifestantes argumenta que es complejo conseguir turnos para atención en salud mental. Según Guadalupe Varela, psicóloga del hospital, "hay muchos niños y adolescentes que no van a ser atendidos en otros hospitales municipales, ya que estos están colapsados". Claudia, madre de Ana, una paciente con trastorno de personalidad, agrega: "La salud mental está desbordada, no aceptan más pacientes en ningún lado, los hospitales no dan abasto". Otra manifestante, presente en apoyo al hospital público, comenta: "Tengo depresión crónica, necesito medicación, estoy sin trabajo y ya no hay lugar en los hospitales. Que cierren un espacio para quienes lo necesitamos es un verdadero desastre".

Por otro lado, Valeria, docente de una colegio de Córdoba, sostiene: “estoy de acuerdo con que el gobierno debe hacer muchísimos recortes pero no en salud ni educación, estas dos instituciones son hoy en día lo más valioso que tenemos como país. El ministerio no puede soltarnos la mano con un tema tan delicado como la salud mental”.

Crédito: elaboración propia a partir de fuentes de la web. 

En medio de las protestas en el hospital, hoy alrededor de las 13 el presidente del ministerio  de Salud se reunirá con los gremios para llegar a una acuerdo y ponerle fin a la incertidumbre que están viviendo los pacientes y empleados del hospital.