El poder del movimiento contra el dolor oncológico

La actividad física, especialmente el ejercicio aeróbico combinado con fuerza, puede reducir la intensidad del dolor en pacientes oncológicos.

Deportes04/11/2025 Luz Moreno

El dolor es uno de los síntomas más temidos y persistentes del cáncer. Aunque los tratamientos farmacológicos son esenciales, cada vez más investigaciones exploran caminos complementarios para mejorar la calidad de vida de los pacientes.

En esta área se sumerge el artículo “Efectos del ejercicio físico en el dolor oncológico” de Mauricio Tauda (Docente en la Universidad Santo Tomás de Chile) que analiza cómo el ejercicio físico actúa como una herramienta terapéutica frente al dolor oncológico. A través de una revisión sistemática de estudios internacionales, el autor demuestra que moverse no solo fortalece el cuerpo: también puede calmarlo.

El estudio revisa evidencia científica sobre distintos tipos de ejercicio aplicados a pacientes con cáncer: aeróbico, de fuerza, yoga, pilates y actividad mixta. Los resultados coinciden en un punto clave: la combinación de entrenamiento aeróbico y de fuerza es la más efectiva para reducir el dolor y mejorar la funcionalidad física.

Más allá de los beneficios físicos, el movimiento regular promueve la liberación de endorfinas y reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que genera un efecto analgésico natural. En este sentido, el ejercicio se convierte en un puente entre el cuerpo y la mente, ayudando a recuperar una sensación de control y bienestar que muchas veces se pierde durante el tratamiento. 

Este enfoque integral coincide con la tendencia actual en medicina de considerar al paciente desde una mirada biopsicosocial: no solo como alguien que padece, sino como alguien que puede actuar sobre su recuperación. "Él movimiento devuelve al paciente una sensación de participación activa en su proceso, convirtiéndose en una herramienta terapéutica más humana, activa y esperanzadora”, resume Tauda. 

Pese a la evidencia, todavía son pocos los centros de salud que integran programas de ejercicio dentro del tratamiento oncológico. Según el autor, es necesario fortalecer la articulación entre médicos, kinesiólogos y preparadores físicos, para que el movimiento se consolide como un pilar terapéutico. Además, insiste en la importancia de la constancia: “Las guías internacionales recomiendan actividad moderada entre tres y cinco días por semana, con sesiones de 20 a 45 minutos. La regularidad sostiene los cambios físicos, emocionales y analgésicos que el ejercicio produce en esta población.”

El ejercicio físico no reemplaza a los medicamentos, pero puede potenciarlos. La ciencia empieza a confirmar lo que el cuerpo sabe desde siempre: moverse es sanar. 

Para saber más
Portal oficial de prevención del cáncer del Estado argentino, incluye directrices sobre actividad física como parte de las conductas saludables.  Podés acceder a más información en: https://www.argentina.gob.ar/salud/actividadfisica  

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