Tricloroetileno: el contaminante silencioso asociado al Parkinson

Un nuevo estudio advierte sobre un mayor riesgo de desarrollar enfermedad de Parkinson ante la exposición ambiental al tricloroetileno (TCE).

Ciudad28/10/2025CiudadCiudad

Por: Ma. Luján Gómez Sarsa

El trabajo, liderado por la neuróloga Brittany Krzyzanowski del Barrow Neurological Institute en Phoenix (EE.UU.), analizó datos de más de 1.3 millones de beneficiarios del sistema Medicare, personas mayores de 67 años, entre 2016 y 2018. Los resultados fueron claros: quienes vivían en zonas con mayor concentración de tricloroetileno (TCE)  en el aire presentaron un riesgo 10 % superior de padecer Parkinson en comparación con quienes habitaban en áreas menos contaminadas.

“Aunque el incremento parece pequeño, estamos hablando de una exposición masiva y constante en el tiempo. Incluso bajas dosis sostenidas podrían tener un impacto neurológico importante” señaló Krzyzanowski en diálogo con la revista Neurology.

cómo el tricloroetileno impacta en la salud

Los productos industriales que contienen TCE son limpiadores y abrillantadores, incluso para equipos electrónicos, adhesivos, productos relacionados con la pintura y lubricantes.  

Foto: Ma. Luján Gómez Sarsa

El tricloroetileno fue ampliamente utilizado desde 1920 como agente desengrasante y en la limpieza en seco. A pesar de que su uso ha sido restringido, sigue presente en numerosos entornos industriales. En la Argentina, el Informe del Estado del Ambiente 2021 identificó varios sitios con contaminación por TCE, principalmente asociados a viejas plantas industriales o rellenos sanitarios. Además, el compuesto es difícil de eliminar del ambiente y puede permanecer durante décadas en el suelo y el aire.

Expertos advierten que los controles ambientales y laborales sobre este tipo de compuestos son todavía irregulares, lo que aumenta el riesgo de exposición prolongada. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) adhiere al reglamento MERCOSUR que prohíbe su uso en productos de higiene personal, cosméticos y perfumes.  

Trazas de TCE en el aire bonaerense

El país cuenta con antecedentes de sitios contaminados por solventes clorados, especialmente en el conurbano bonaerense, donde viejas plantas fabriles y talleres dejaron pasivos ambientales difíciles de remediar. Un estudio desarrollado por el Centro de Investigaciones del Medio Ambiente y el Laboratorio de Ingeniería Sanitaria de la Universidad Nacional de La Plata, junto con la Universidad Nacional del Sur, detectó trazas de tricloroetileno (TCE) en el aire de Bahía Blanca y La Plata, dos regiones bonaerenses con intensa actividad petroquímica. Los investigadores hallaron concentraciones más altas en zonas industriales cercanas al polo petroquímico bahiense. 

Regulación y medidas preventivas

El contaminante sigue siendo utilizado en algunos productos industriales, automotrices y de limpieza en seco, para líquidos quitamanchas, limpiar algodón, lana y otros tejidos. El TCE no está libremente incluido en productos de consumo doméstico, pero sí está disponible para compra en el mercado industrial/profesional en Argentina.

Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, la primera estrategia frente al tricloroetileno es identificar los riesgos presentes en el lugar de trabajo y evaluar si es posible eliminar el agente contaminante.

Cuando esa eliminación no puede concretarse, se recomienda reemplazar el compuesto por otro menos tóxico o menos peligroso. En los casos donde tampoco sea viable la sustitución, el ministerio propone implementar medidas de ingeniería para reducir la exposición, como el rediseño del proceso productivo, la instalación de sistemas de extracción y filtrado del aire, la ventilación adecuada o la separación de áreas de trabajo. También sugiere el uso de bandejas de contención y otros mecanismos que impidan fugas o derrames.

El impacto en la salud

Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, los casos de Parkinson afectan a unas 90 mil personas en el país, y muchos especialistas advierten sobre la falta de monitoreo ambiental en regiones con actividad industrial. 

“El Parkinson es una enfermedad compleja donde los factores ambientales juegan un papel crucial. Comprender y reducir estas exposiciones podría ser una de las claves para prevenir nuevos casos”, concluye Krzyzanowski. 

El estudio advierte que sus efectos pueden tardar décadas en manifestarse, dado que el Parkinson tiene un período de latencia prolongado. Por eso, las decisiones que se tomen hoy en materia ambiental determinarán, literalmente, la salud neurológica del futuro.

El desafío, entonces, va más allá del descubrimiento científico: implica revisar políticas públicas de control ambiental y salud ocupacional, así como repensar cómo se estudian las enfermedades neurodegenerativas desde un enfoque socioambiental.

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