El equipo de Lula reflota la idea del “Sur”, una moneda única entre Brasil y Argentina
Por: Franco Casetta
De agosto a octubre del 2022, Brasil experimentó un periodo de deflación y robustecimiento del Real frente al dólar. (Imagen: SaladilloDiario)
La llamativa propuesta de crear una moneda única entre Brasil y Argentina volvió a la agenda política luego de declaraciones alentadoras de Sergio Massa durante una conferencia de prensa el sábado. El ministro consideró oportuno un banco central regional y dijo que el equipo económico de Lula da Silva, presidente electo de Brasil, está diseñando una propuesta para esta institución. El próximo líder brasileño aseguró en campaña que una moneda común en la región limitaría la influencia del dólar en América Latina.
La vigencia de esta alternativa monetaria parece extendida a lo largo de los arcos políticos de ambos países, y parece una extraña excepción a los reveses de la política económica regional. El hecho de que las gestiones de Alberto Fernández y Lula Da Silva evaluaran formalmente esta propuesta, significa una continuidad de las reuniones iniciadas en 2019 por Nicolás Dujovne entre las gestiones de Mauricio Macri y Jair Bolsonaro.
Sin embargo, los analistas privados tienen muchos reparos antes de llamar cualquier forma de unión monetaria una solución perfecta. Según el economista Adrián Yarde Buller, el establecimiento de régimen monetario único entre ambos países puede favorecerlos mutuamente, aunque en el corto plazo. Si Argentina adoptara el Real brasileño directamente, se beneficiaría políticamente de un shock de estabilidad inflacionaria. Brasil, además, podría aprovechar el aumento el repentino aumento de la demanda por su moneda para emitir una mayor base monetaria sin generar inflación y obtener beneficios a través del señoreaje. Ambos efectos serían temporales y, sin mayores políticas de estabilización macroeconómica, no ayudarían a revertir la trayectoria históricamente volátil de la región. Una verdadera solución debe generar confianza en la moneda argentina como reserva de valor.
La principal y, técnicamente, única referencia a escala global de un régimen monetario similar y exitoso, fue el establecimiento del euro en 2002. Para Eduardo Luis Fracchia, director Académico del área de Economía en el IAE Bussiness School, si bien es muy positiva la búsqueda de una integración económica de la región, no puede lograrse comenzando por establecer una moneda única. Resalta que el buen desempeño de la Eurozona fue posible gracias a que previamente se establecieron objetivos claros de estabilización macroeconómica, algo que nunca logró aprobarse entre los miembros del Mercosur. En otras palabras, el proyecto podría implementarse una vez que las dificultades económicas estén resueltas, pero no podría utilizarse de manera inversa.
La recurrencia del “Peso Real”, como también se popularizó el proyecto, no deja de señalar otro fenómeno importante, más allá de que los expertos no lo consideren estrictamente aplicable. Según el analista financiero Chistian Buteler, el atractivo de esta idea para la política radica en la extrema desconfianza de los argentinos en su moneda y el mal manejo del Banco Central. Si algo refleja, es que hay demanda para una solución inflacionaria inmediata. Pero fracasa genera el riesgo de confundir las causas del problema y sembrar mayores problemas a futuro, como la falta de política monetaria.
Dentro de la propuesta de unión monetaria, están en discusión los matices sobre si la implementación debiera optar por la adopción de una moneda existente, una nueva denominación conjunta o una relación de convertibilidad (Imagen: Twitter, @martintetaz)
A pesar del gran atractivo y de la inesperada popularidad de una moneda única, las voces técnicas parecen resueltas en entenderla como una mirada de corto plazo. La definen, y con mucha seguridad, como un problema interno de la política, que hay que resolver con política interna.